Durante los primeros cinco meses del año, el mayor número de incidentes relacionados con el invierno en Bogotá fueron derrumbes (372) e inundaciones (204). Foto:Víctor Manuel Holguín / Unimedios |
La desecación de las laderas del afluente para rellenarlas y construir viviendas o poner a pastar ganado, así como la obstrucción de su cauce natural con sistemas hidráulicos como jarillones y canales, son los responsables del desbordamiento del río Bogotá.
El aumento de las lluvias por causa del fenómeno de La Niña mantuvo en alerta roja a las localidades de Engativá, Kennedy, Bosa, Fontibón y Suba, por riesgo del desbordamiento del río Bogotá. La situación dejó cerca de 60 mil damnificados, 30 mil hectáreas inundadas y cuantiosas pérdidas que solo en el sector agropecuario, hasta mayo del 2011, sumaron cerca de 300 mil millones de pesos. Esta crisis, señalan los expertos, no obedece particularmente a los fenómenos climatológicos, sino que “es la consecuencia de haberle robado territorio al sistema hídrico del río”.
“Hace 30 mil años, la Sabana de Bogotá era un gran sistema acuático compuesto por lagos, pantanos y humedales. Una superficie de suelo que por su apariencia plana y encharcada empezó a ser desecada por el hombre. Desde entonces se generó el problema que hoy agobia a la ciudad”, explica el director del Instituto de Estudios Urbanos (IEU) de la Universidad Nacional, Gerardo Ardila, quien a través de la investigación compilada en el texto Territorio y sociedad: el caso del Plan de Ordenamiento Territorial de la ciudad de Bogotá, analiza la problemática actual de la capital.
El uso de vegetación de alto consumo de agua como los pinos y los eucaliptos hizo parte de la estrategia urbanizadora que avanzó a gran velocidad desde la segunda mitad del siglo XX. Posteriormente, se pasó al relleno continuo de los cuerpos de agua con escombros y basura para habilitar espacios de cultivo y construcción, sin tener en cuenta la historia hídrica, asegura el biólogo Gabriel Guillot, quien participó en el diseño del Protocolo de Rehabilitación de Humedales Urbanos en el 2006, con el propósito de iniciar la recuperación de 14 de estos ecosistemas que aún sobreviven: “Corresponden a cerca del 10% de los que existían antes del siglo XX”, dice Guillot.
A esta situación se suma el asentamiento de barrios en las zonas borde de los ríos de la ciudad, legalizados tras el aumento de su población, y la construcción de sistemas de control de los caudales como jarillones y canales. “De esta manera se ha propiciado la condena del río, que hoy busca recuperar el espacio que se le ha quitado”, explica Luis Alejandro Camacho, ingeniero del Laboratorio de Ensayos Hidráulicos de la UN.
Alternativas para superar la crisis
Las propuestas para mitigar los daños inmediatos y evitar que se presenten reproducciones en el futuro incluyen un plan de emergencias contra inundaciones y fenómenos de remoción en masa, a partir de acciones estructurales, como lo establece el Decreto 193 de mayo de 2011, indica Guillermo Escobar, director del Fondo de Prevención y Atención de Emergencias (Fopae).
Según el funcionario, “ello implica el dragado del río Bogotá en puntos determinados, el realce y reforzamiento de jarillones, el desarrollo de obras de mitigación y la relocalización de familias provenientes de las zonas de emergencia”. Dicha estrategia, que permitirá la adecuación hidráulica y la recuperación ambiental de la Sabana, está contenida en el plan de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB), la Secretaría Distrital de Ambiente y la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR). Tendrá una inversión de aproximadamente 5,5 billones de pesos.
Así, la adecuación hidráulica del río desde Puente La Virgen, en el municipio de Cota, hasta Alicachín, en el municipio de Soacha, en un tramo de 68 kilómetros, comprende la ampliación y optimización de la Planta de Tratamiento El Salitre, el mejoramiento ambiental del sistema hídrico y un plan de manejo integral del agua, entre otros aspectos, que requerirán la financiación del Banco Mundial. El ingeniero Camacho califica esta medida como viable en cuanto concibe devolverle espacio al río a través de zonas inundables controladas; sin embargo, subraya, “se debe dejar de pensar tanto en la ampliación de los jarillones y por el contrario romperlos en zonas controladas para que el río pueda moverse naturalmente”, explica.
Entretanto, a partir del trabajo de doctorado Restauración de ríos urbanos en Colombia, finalizado en el 2011, el profesor de Ingeniería Civil de la UN Freddy Franco expone ejemplos que a nivel mundial han demostrado la necesidad de repensar la ingeniería hídrica y devolverles las zonas inundables naturales a los ríos: “En Holanda, un país que históricamente ha peleado con las aguas porque las ha artificializado, se están empezando a eliminar las presas y los muros que han limitado el paso natural del río para devolverle su espacio original, de modo que se recuperen los cuerpos hídricos naturales, se reduzca la presión de los caudales y se habiliten espacios que contribuyan al ambiente”, destaca.
Restablecer la comunicación entre los sistemas hídricos superficiales (humedales) y permitir el curso original del río, de forma que se recuperen las fuentes freáticas (subterráneas), los espacios verdes y la biodiversidad que conviva con la zona urbana de Bogotá, también hace parte de la propuesta de los expertos: “No se puede pretender que un río comprenda las lógicas del hombre, mientras se busca invertir millones de recursos para dar soluciones a términos medianos, aún sabiendo que en algún momento el río reclama su territorio”, enfatiza Ardila.
Este investigador en urbanismo hace un llamado a las autoridades: “La única solución seria es una nueva política nacional de ordenamiento que implique la reubicación de poblaciones, de lo contrario, todo lo que ha pasado y las pérdidas que hemos tenido durante la historia de la ciudad no habrán servido de nada”, concluye.
Mas información: http://www.unperiodico.unal.edu.co/dper/article/hay-que-devolverle-el-terreno-robado-al-rio-bogota.html
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