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domingo, 17 de abril de 2011

Exploración minera en Santurbán: un nuevo intento de burla

Fuente: UNPeriódico
Probabilidad de existencia de cobertura de páramo en Santurbán: Alta (naranja y rojo); Baja (verde y amarillo); Nula (azul).
Por: J. Orlando Rangel-Ch. Henry Arellano Peña, Grupo Biodiversidad y Conservación, Instituto de Ciencias Naturales, Facultad de Ciencias - Universidad Nacional de Colombia
La pretensión de la compañía GreyStar, de explotar los yacimientos de oro y plata en los suelos y rocas del complejo paramuno de Santurbán, fue un nuevo intento de burla a las normas ambientales que prohíben estas acciones en los páramos de Colombia.



El estudio sobre factibilidad, desarrollo y ejecución del proyecto minero y su impacto sobre los ecosistemas y las fuentes hídricas de la compañía GreyStar presenta vacíos de información que no dimensionan el detrimento ecológico y social que tendría la explotación sobre esta zona, cuya preservación es vital para todas las manifestaciones bióticas y socioeconómicas de la ciudad de Bucaramanga y áreas aledañas.

Las imprecisiones pueden enlazarse con los argumentos que últimamente han hecho circular los voceros de la compañía: no hay una definición concreta ni delimitación precisa del páramo en Colombia; no se afectará el suministro hídrico en la ciudad de Bucaramanga; no se transformará el paisaje actual en Santurbán; se asegura una recuperación de todas las zonas que se afecten.

Estas afirmaciones no se compadecen con la base de conocimiento sobre el páramo y la alta montaña en Colombia. Buena parte de la zona a intervenir se ubica claramente en la región paramuna, y la definición integradora de páramo se refiere a “extensas zonas entre el bosque andino y el límite inferior de las nieves perpetuas, con suelos de espesa capa de materia orgánica, y un clima contrastante que comprende noches frías húmedas y días asoleados con radiación intensa. Las comunidades vegetales dominantes son los frailejonales con especies de los géneros Espeletia y Espeletiopsis, los pajonales con Calamagrostis effusa y diversos matorrales en los que prevalecen especies de Hypericum (chite), Diplostephium (romero) y Monticalia. Su límite altitudinal inferior como Bioma en Colombia empieza desde 3.100 m (páramo de Monserrate)”.

En algunos casos, estas comunidades vegetales pueden transgredir el límite altitudinal inferior y arraigar en áreas inicialmente cubiertas por bosque andino, comportamiento que rememora sus orígenes históricos en una matriz de vegetación boscosa hace unos 3,5 millones de años.

En el nudo de Santurbán, el monto de precipitación anual varía entre 986 mm (municipio de Vetas) y 1.702 mm (puente Picacho), con una media anual de 1.290 mm (páramos semihúmedos). La existencia de vegetación como los chuscales evidencia sitios con mayor cantidad de agua en el suelo que hacen grandes aportes al ciclo hídrico del macizo. Del agua que circula en Santurbán dependen los ríos Suratá, Frío y Tona, que surten de este líquido a Bucaramanga. El río Tona, en época de lluvias, aporta el 60% del mineral, mientras que el Suratá, en el verano, lo hace con el 50%; por tanto, es crucial mantener el flujo hídrico en las dos corrientes para garantizar los 2.300 litros por segundo que requiere el acueducto de la ciudad.

No se necesitan profundos ejercicios estadísticos ni de simulación para concluir que la merma de uno de los dos caudales, especialmente en la época crítica (verano), repercutirá negativamente en el suministro de agua para los bumangueses.

Imprecisiones y vacíos

En el estudio del plan ambiental se manejan inapropiadamente las escalas en la cartografía (demasiado amplias e inadecuadas para zonificar, planificar y tomar decisiones en una superficie de tan limitada extensión y gran diversidad biológica), así como los distintos métodos de modelación, en los que no se evalúa el error de las predicciones y se justifica simplemente con el uso de percentiles y una modelación carente de validación.

Los modelos sobre variación climática y atmosférica deberían presentar un cálculo de infiltración real local y regional, con variables como tipo de suelo, material parental y tipos de vegetación (particularidad de ensambles) en diferentes periodos de tiempo (régimen de distribución de las lluvias), puesto que en una megaobra con un consumo tan alto de agua, la infiltración potencial local no tiene el alcance necesario para una equilibrada toma de decisiones.

Es indispensable un análisis de la precipitación en series temporales amplias, cuyos resultados permitan relacionarla con escenarios probables de cambios drásticos (climáticos) en la región. El panorama sobre el balance hídrico regional se complica aún más cuando se considera la intervención fuerte que se hará sobre quebradas, por ejemplo la construcción del embalse sobre la quebrada El Salado, con una capacidad de almacenamiento de agua de 600.500 m3, y sobre lagunas como Pajarito, con capacidad de almacenamiento de 506.800 m3.

No se requiere de un estudio crítico para aceptar la contundencia de que el represamiento de caudales implicará cambios sustanciales en la dinámica hidrobiológica aguas abajo, como lo enseña el ciclo del agua que nos han repetido desde los años escolares.

Contaminación

Es preocupante la enorme cantidad de material contaminante que se depositará en algunas zonas. Las excavaciones tipo tajo se diseñaron en cinco fases de explotación en áreas de páramo (entre 3.100 y 3.400 m), ya que la región presenta una alta actividad sísmica, por tanto los riesgos o las amenazas naturales (movimientos en masa) pueden incrementarse. La ubicación de las canteras que suministrarán abundante material para la construcción –entre otras de las pilas de lixiviación– no se detalla en la cartografía, ni se considera el grado de transformación adicional por este hecho.

Una delimitación precisa del páramo (ver el mapa), en la cual se especifica el límite altitudinal, clima, exposición de las laderas, vertientes y el efecto de sombra de lluvia, inclinación e índices de convergencia topográfica con un ajuste cercano al 82,53% de probabilidad, permitió identificar dos escenarios geográficos que documentan formaciones con afinidad paramuna: el primero, con perspectiva de aparición entre el 10% y el 50% (cerca de los 2.650 m), engloba la región ecotonal o de transición entre el bosque alto andino y el páramo bajo o subpáramo; el segundo, cuya aparición variaría entre el 50% y el 99% (valor que se alcanza cerca de los 3.310 m), incluye formaciones típicas del subpáramo y del páramo propiamente dicho. Esta franja presenta un ajuste casi perfecto con la distribución actual de los tipos de vegetación en Santurbán.

En conclusión, el proyecto minero de Angostura se localiza en su totalidad en el páramo y ocupa 578 hectáreas (63,16%) de las cerca de 920 que se intervendrían directamente.

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