Fuente: UNPeríodico
Por: Giovanni Clavijo Figueroa, Unimedios
En el último año, Bocagrande, en Cartagena, ha perdido 50 metros de su línea costera por problemas de erosión y mares de leva. Palmeras, en el Parque Nacional Natural Gorgona, vive una situación similar. La infraestructura, el turismo y una especie de tortuga única en el mundo están en seria amenaza. Expertos señalan la necesidad de intervenir las zonas afectadas y recuperar las costas.
Mientras el país intenta reponerse de una de las inundaciones más extremas que ha vivido en los últimos años por cuenta del invierno, algunas zonas costeras en Colombia se encuentran amenazadas por la variabilidad climática en esta región del continente, según un estudio del grupo de investigación en Oceanografía e Ingeniería Costera (Oceánicos) de la Universidad Nacional de Colombia, el Centro de Investigación para el Manejo Ambiental y el Desarrollo (Cimad) y la Universidad de Cantabria (España).
Los expertos señalan la necesidad de intervenir las áreas afectadas por la erosión en Bocagrande, Cartagena, para proteger la industria del turismo, y recuperar Playa Palmeras, en la isla Gorgona, para preservar una especie única en el mundo como es la tortuga Golfina (Lepidochelys olivacea).
Oceánicos tiene como objetivo analizar las dinámicas naturales de las zonas costeras colombianas (poco investigadas hasta hoy), generar conocimiento y aportar soluciones a sus problemas. De igual manera, llama la atención del Gobierno nacional para rescatar la especie y generar un ordenamiento de playas en estos ecosistemas naturales que sufren cambios constantemente.
Monitoreo de la playaBocagrande es un sector turístico por excelencia, pero se ha visto afectado por procesos climáticos como los mares de leva –cada vez más fuertes–, coletazos de huracanes y erosión costera, entre otros fenómenos, que en los últimos 20 años han alterado la dinámica natural del mar y las olas, volviéndolos muy inestables.
Para entender la problemática de este escenario, es importante comprender qué es la erosión costera: las playas tienen un ancho (área) para los bañistas cerca al mar, que se empieza a perder (erosionar) cuando vienen olas fuertes y cubren una parte del sedimento (arena). La continuidad de este proceso genera una pérdida de playa tal, que las olas acaban por golpear los acantilados, las edificaciones y las vías, asunto que en Cartagena está poniendo en peligro la sostenibilidad de su infraestructura y el bienestar de su población.
Por otro lado, el mar de leva es un fenómeno que padece el Caribe colombiano y que corresponde a la sumatoria de todos los eventos extremos que generan inundación en la costa, por ejemplo, el nivel del mar puede subir por la acción del viento y los frentes de presión (mareas meteorológicas). Asimismo, las olas que llegan a las playas pueden intensificarse por los frentes fríos y/o huracanes, lo que hace que el nivel de inundación en la costa sea más grande de lo normal y se superen las cotas de vías, malecones y edificaciones.
En Bocagrande hay hoteles y casas cerca a la playa que están en peligro de inundación, asegura el profesor e investigador Andrés Osorio, del grupo Oceánicos de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional en Medellín.
"Para contrarrestar el riesgo, el Gobierno debe implementar un plan de ordenamiento de sus costas y un programa de monitoreo permanente, acompañado de infraestructura costera en algunos casos, y en otros de estrategias de reubicación de la población que habita las zonas más vulnerables".
Para medir la erosión, la Universidad Nacional desarrolló un sistema único en Latinoamérica que monitorea en tiempo real las playas. "Con cámaras digitales tomamos fotos constantemente y las enviamos por internet a un centro de operación, donde se analiza e identifica el desgaste de las playas y la manera como se acumulan sedimentos en unos tramos. Además, nos permite medir las corrientes y cuantificar la magnitud de las olas", señala el investigador de la UN.
50 metros menos de playaEl monitoreo adelantado desde hace año y medio por los investigadores en Bocagrande les ha permitido observar que, debido a las extremas fluctuaciones climáticas y a los fuertes eventos de oleaje producidos en la temporada de huracanes, entre enero y diciembre del 2010, la playa ha perdido 50 metros.
Osorio advierte: "El ascenso del nivel del mar y la variabilidad climática asociada a los fenómenos de El Niño y La Niña son una realidad que acaba de vivir el país, y lo ocurrido en los ríos, aunque ha sido más crítico, también está pasando en las costas, en gran riesgo y amenaza, solo que no lo hemos percibido".
Sobre el turismo, uno de los principales renglones de la economía cartagenera, el investigador señala que, debido a la amenaza, se puede reducir en un porcentaje considerable. "Con la playa erosionada, el viajero no tendrá un sitio donde tomar el sol. Ante semejante destrucción, seguramente evitará volver".
Sin embargo, en su estudio plantea soluciones a corto, mediano y largo plazo, empezando por entender la dinámica costera. "Si monitoreamos las playas tendremos datos promedio e información fiable que permitirá calcular la época del año en la cual, por ejemplo, podría pasar un huracán y su posible impacto sobre las costas. Este conocimiento permitiría tomar medidas de prevención", concluyó Andrés Osorio.
El proyecto, financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), ha permitido abordar la problemática investigativa con tecnología de punta.
Golfina está perdiendo su nidoPalmeras, en el Parque Nacional Natural Gorgona, tiene aproximadamente 1.200 metros de longitud y unos 20 metros de ancho medio en condiciones de baja mar, es una playa realmente corta y pequeña a la cual llegan a desovar, desde el Golfo de México, tortugas marinas de la especie Lepidochelys olivacea, vulgarmente conocida como Golfina.
Hace más de 40 años, la isla fue una prisión de alta seguridad, y en su playa se sembraron numerosas palmas de coco, por eso recibe su nombre. Las plantas crecieron sin ningún control, ganando cada vez más espacio de franja de arena y colonizando los sitios disponibles para que las tortugas pudieran anidar. Actualmente, el espacio para que estos reptiles desoven de manera natural es mínimo.
El impacto sobre los nidos es grande porque quedan expuestos al mar, y cuando el nivel de las aguas sube más de lo normal, se lavan, ha observado Diego Amorocho, PhD y director ejecutivo del Cimad. "Entre agosto y diciembre del 2010 registramos cerca de 28 nidos, y en lo que va corrido de este año se han perdido entre el 80% y el 90%".
La situación es cada vez más crítica para la especie, que se encuentra en peligro de extinción, a pesar de que Palmeras es una de las pocas playas que no tiene impacto antropogénico directo, es decir, no hay presión de población humana sobre las tortugas y sus huevos.
En la temporada reproductiva del 2010, los investigadores relocalizaron los nidos en una especie de plataforma para permitirles una mejor incubación, procurando aislarlos del impacto de las mareas y la acción del oleaje. Sin embargo, esto no fue suficiente. "El éxito de eclosión fue mínimo, apenas del 34%, cuando en años anteriores oscilaba entre el 78% y el 86%. Es decir, 86 tortuguitas salían del nido", señaló el director del Cimad, quien ha seguido de cerca el comportamiento de estos animales.
Proceso de anidaciónDe las siete especies de tortugas marinas que hay en el mundo, la Golfina es la más pequeña: mide entre 60 y 70 centímetros y pesa cerca de 45 kilos. Al Pacífico colombiano llega a desovar entre julio y noviembre, y únicamente lo hace en un nido que cava la hembra a 60 centímetros de profundidad. Allí deposita en promedio 100 huevos, que tardan entre 45 y 50 días para completar su periodo de incubación. Cuando las crías emergen, salen a la superficie de la playa y emprenden una caminata al mar, para después de 30 ó 40 años –si tienen la suerte de llegar a adultos– regresar, en el caso de las hembras, a desovar a la misma playa donde nacieron.
Para Amorocho, "este lugar tiene un proceso oceanográfico y climatológico muy dinámico, y lo que está pasando puede afectar la franja de arena disponible para que las tortugas aniden. Lo peor es que el crecimiento y la colonización de las palmeras de coco hacia el mar le están robando espacio a la especie para desovar".
Así lo han evidenciado él y el grupo Oceánicos de la UN, que desde el año pasado se unieron para desarrollar un proyecto que evalúa el impacto que sobre Golfina tienen las palmeras y los procesos de erosión y acreción en la playa. Este conocimiento les permitirá plantear alternativas para su conservación.
Con el aval de Parques Nacionales, se intentará modificar de manera selectiva el área donde están sembradas las especies vegetales. La idea es ampliar hacia la tierra el espacio disponible para la normal reproducción de las tortugas y así proteger la existencia de esta especie en el Pacífico colombiano, cuyo papel en el ecosistema es crucial.
"Las tortugas marinas son indispensables para mantener el balance de los ecosistemas marinos, desempeñan un rol importante como elementos de flujo de nutrientes entre el medio terrestre y el marítimo. Los neonatos tienen una función ecológica en tierra, pues sirven de alimento a otras especies que los predan como cangrejos, aves marinas y pequeños mamíferos. Así se mantiene la estabilidad de la cadena trófica que se da en el ecosistema de playa", puntualiza Diego Amorocho.
Además de Oceánicos de la UN y la Fundación Cimad, en la investigación en Playa Palmeras participa Parques Nacionales, con apoyo del Fondo para la Acción Ambiental y la Niñez y Conservación Internacional.
Mas información: http://www.unperiodico.unal.edu.co/dper/article/alerta-por-erosion-en-playas-de-colombia-1/?sms_ss=blogger&at_xt=4d7d161f935c99a7%2C0
Los expertos señalan la necesidad de intervenir las áreas afectadas por la erosión en Bocagrande, Cartagena, para proteger la industria del turismo, y recuperar Playa Palmeras, en la isla Gorgona, para preservar una especie única en el mundo como es la tortuga Golfina (Lepidochelys olivacea).
Oceánicos tiene como objetivo analizar las dinámicas naturales de las zonas costeras colombianas (poco investigadas hasta hoy), generar conocimiento y aportar soluciones a sus problemas. De igual manera, llama la atención del Gobierno nacional para rescatar la especie y generar un ordenamiento de playas en estos ecosistemas naturales que sufren cambios constantemente.
Monitoreo de la playaBocagrande es un sector turístico por excelencia, pero se ha visto afectado por procesos climáticos como los mares de leva –cada vez más fuertes–, coletazos de huracanes y erosión costera, entre otros fenómenos, que en los últimos 20 años han alterado la dinámica natural del mar y las olas, volviéndolos muy inestables.
Para entender la problemática de este escenario, es importante comprender qué es la erosión costera: las playas tienen un ancho (área) para los bañistas cerca al mar, que se empieza a perder (erosionar) cuando vienen olas fuertes y cubren una parte del sedimento (arena). La continuidad de este proceso genera una pérdida de playa tal, que las olas acaban por golpear los acantilados, las edificaciones y las vías, asunto que en Cartagena está poniendo en peligro la sostenibilidad de su infraestructura y el bienestar de su población.
Por otro lado, el mar de leva es un fenómeno que padece el Caribe colombiano y que corresponde a la sumatoria de todos los eventos extremos que generan inundación en la costa, por ejemplo, el nivel del mar puede subir por la acción del viento y los frentes de presión (mareas meteorológicas). Asimismo, las olas que llegan a las playas pueden intensificarse por los frentes fríos y/o huracanes, lo que hace que el nivel de inundación en la costa sea más grande de lo normal y se superen las cotas de vías, malecones y edificaciones.
En Bocagrande hay hoteles y casas cerca a la playa que están en peligro de inundación, asegura el profesor e investigador Andrés Osorio, del grupo Oceánicos de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional en Medellín.
"Para contrarrestar el riesgo, el Gobierno debe implementar un plan de ordenamiento de sus costas y un programa de monitoreo permanente, acompañado de infraestructura costera en algunos casos, y en otros de estrategias de reubicación de la población que habita las zonas más vulnerables".
Para medir la erosión, la Universidad Nacional desarrolló un sistema único en Latinoamérica que monitorea en tiempo real las playas. "Con cámaras digitales tomamos fotos constantemente y las enviamos por internet a un centro de operación, donde se analiza e identifica el desgaste de las playas y la manera como se acumulan sedimentos en unos tramos. Además, nos permite medir las corrientes y cuantificar la magnitud de las olas", señala el investigador de la UN.
50 metros menos de playaEl monitoreo adelantado desde hace año y medio por los investigadores en Bocagrande les ha permitido observar que, debido a las extremas fluctuaciones climáticas y a los fuertes eventos de oleaje producidos en la temporada de huracanes, entre enero y diciembre del 2010, la playa ha perdido 50 metros.
Osorio advierte: "El ascenso del nivel del mar y la variabilidad climática asociada a los fenómenos de El Niño y La Niña son una realidad que acaba de vivir el país, y lo ocurrido en los ríos, aunque ha sido más crítico, también está pasando en las costas, en gran riesgo y amenaza, solo que no lo hemos percibido".
Sobre el turismo, uno de los principales renglones de la economía cartagenera, el investigador señala que, debido a la amenaza, se puede reducir en un porcentaje considerable. "Con la playa erosionada, el viajero no tendrá un sitio donde tomar el sol. Ante semejante destrucción, seguramente evitará volver".
Sin embargo, en su estudio plantea soluciones a corto, mediano y largo plazo, empezando por entender la dinámica costera. "Si monitoreamos las playas tendremos datos promedio e información fiable que permitirá calcular la época del año en la cual, por ejemplo, podría pasar un huracán y su posible impacto sobre las costas. Este conocimiento permitiría tomar medidas de prevención", concluyó Andrés Osorio.
El proyecto, financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), ha permitido abordar la problemática investigativa con tecnología de punta.
Golfina está perdiendo su nidoPalmeras, en el Parque Nacional Natural Gorgona, tiene aproximadamente 1.200 metros de longitud y unos 20 metros de ancho medio en condiciones de baja mar, es una playa realmente corta y pequeña a la cual llegan a desovar, desde el Golfo de México, tortugas marinas de la especie Lepidochelys olivacea, vulgarmente conocida como Golfina.
Hace más de 40 años, la isla fue una prisión de alta seguridad, y en su playa se sembraron numerosas palmas de coco, por eso recibe su nombre. Las plantas crecieron sin ningún control, ganando cada vez más espacio de franja de arena y colonizando los sitios disponibles para que las tortugas pudieran anidar. Actualmente, el espacio para que estos reptiles desoven de manera natural es mínimo.
El impacto sobre los nidos es grande porque quedan expuestos al mar, y cuando el nivel de las aguas sube más de lo normal, se lavan, ha observado Diego Amorocho, PhD y director ejecutivo del Cimad. "Entre agosto y diciembre del 2010 registramos cerca de 28 nidos, y en lo que va corrido de este año se han perdido entre el 80% y el 90%".
La situación es cada vez más crítica para la especie, que se encuentra en peligro de extinción, a pesar de que Palmeras es una de las pocas playas que no tiene impacto antropogénico directo, es decir, no hay presión de población humana sobre las tortugas y sus huevos.
En la temporada reproductiva del 2010, los investigadores relocalizaron los nidos en una especie de plataforma para permitirles una mejor incubación, procurando aislarlos del impacto de las mareas y la acción del oleaje. Sin embargo, esto no fue suficiente. "El éxito de eclosión fue mínimo, apenas del 34%, cuando en años anteriores oscilaba entre el 78% y el 86%. Es decir, 86 tortuguitas salían del nido", señaló el director del Cimad, quien ha seguido de cerca el comportamiento de estos animales.
Proceso de anidaciónDe las siete especies de tortugas marinas que hay en el mundo, la Golfina es la más pequeña: mide entre 60 y 70 centímetros y pesa cerca de 45 kilos. Al Pacífico colombiano llega a desovar entre julio y noviembre, y únicamente lo hace en un nido que cava la hembra a 60 centímetros de profundidad. Allí deposita en promedio 100 huevos, que tardan entre 45 y 50 días para completar su periodo de incubación. Cuando las crías emergen, salen a la superficie de la playa y emprenden una caminata al mar, para después de 30 ó 40 años –si tienen la suerte de llegar a adultos– regresar, en el caso de las hembras, a desovar a la misma playa donde nacieron.
Para Amorocho, "este lugar tiene un proceso oceanográfico y climatológico muy dinámico, y lo que está pasando puede afectar la franja de arena disponible para que las tortugas aniden. Lo peor es que el crecimiento y la colonización de las palmeras de coco hacia el mar le están robando espacio a la especie para desovar".
Así lo han evidenciado él y el grupo Oceánicos de la UN, que desde el año pasado se unieron para desarrollar un proyecto que evalúa el impacto que sobre Golfina tienen las palmeras y los procesos de erosión y acreción en la playa. Este conocimiento les permitirá plantear alternativas para su conservación.
Con el aval de Parques Nacionales, se intentará modificar de manera selectiva el área donde están sembradas las especies vegetales. La idea es ampliar hacia la tierra el espacio disponible para la normal reproducción de las tortugas y así proteger la existencia de esta especie en el Pacífico colombiano, cuyo papel en el ecosistema es crucial.
"Las tortugas marinas son indispensables para mantener el balance de los ecosistemas marinos, desempeñan un rol importante como elementos de flujo de nutrientes entre el medio terrestre y el marítimo. Los neonatos tienen una función ecológica en tierra, pues sirven de alimento a otras especies que los predan como cangrejos, aves marinas y pequeños mamíferos. Así se mantiene la estabilidad de la cadena trófica que se da en el ecosistema de playa", puntualiza Diego Amorocho.
Además de Oceánicos de la UN y la Fundación Cimad, en la investigación en Playa Palmeras participa Parques Nacionales, con apoyo del Fondo para la Acción Ambiental y la Niñez y Conservación Internacional.
Mas información: http://www.unperiodico.unal.edu.co/dper/article/alerta-por-erosion-en-playas-de-colombia-1/?sms_ss=blogger&at_xt=4d7d161f935c99a7%2C0
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